jueves, 31 de octubre de 2013

Madura verde



Madura verde

                      Mi voz

Madura verde

                      Mi bosque

                      Sus almendros dilatados

                      Por la tarde silente.

Madura verde

                       El cielo

                       Sus hojas traslucidas

                       Cruzan sin caer.



La luz verde

                  De mi voz

Es quemadura,

                 Resquemor entre almendros.

Mi voz quema

                    La dura noche

Mi bosque madura

                     La verde tarde.

Mi voz quemadura

                     Incendia el bosque

                      Que madura verde.

El beso



El aire que sobrevive entre tus labios


Como la neblina difusa entre peñascos


Es el espacio, vital, punzante;


Donde sobrevive la memoria de ese beso


Que no fue dado.



Aún tránsito en ese aliento,


En la línea débil del arrepentimiento.


Un retroceder, un quedarse parado.

lunes, 26 de agosto de 2013

Luego me despierto


Luego me despierto

Con ganas de volver,

De retornar los pasos invisibles.

Emerger seco de las aguas

Bautismales

Y llorar, llorar el mundo y la luz

Insensible

Que penetra pupilas

Indefensas.



Con ganas de arrebatar

Los cáñamos hundidos

En el arroyo incesante

Eterno

Y negar la infancia, los montes,

Los días y los años.



Con ganas de engendrar, eso sí,

Montones de hijos: altos, flacos,

Gordos, morenos, calvos.

Verlos a los ojos espantados.

Recoger la poca luz del atardecer

Que los toca y los traspasa.





Y reír, reír del desdichado

Que piensa que todo vuelve a ponerse en marcha

Como un sol que hace girar

Los planetas

Como las aves urgidas

Por poblar los cielos.



Y desaparecer

En la historia incesante
De las serpientes y escaleras

Que se narra con las mismas palabras
De fuego, de percución

Y nos saber que las historias

Que se repiten son sólo las inventadas.

martes, 16 de julio de 2013

Habrá que seguir viviendo



Habrá que seguir viviendo

con tu resplandor llenando nuestras huellas,

como el punto que ha de fijarnos

en el rotar íntimo de esta constelación.



Venimos del sur,

sin prisa y sin regalos,

en este desierto blanco

nada más estamos caminando.

Puedo soñarte



Puedo soñarte: proyectar tu ausencia
en los ojos que mi vigilan.

Puedo imaginar tus pasos
en el andar del que me guía.

Pero nada de eso bastara
para fondear todas tus orillas,
tantear tu distancia.