miércoles, 19 de noviembre de 2014

Polvo




De golpe punzante,
De sórdido desplume de hojas.
La Ceiba emerge entre almendros callados.

Precipitada la tierra se contrae junto al mar
Pacífico de nombre pero hambriento de cuerpos,
De rocas, de tumbas y barcazas.


En está soledad
Hay algo bajo el rodillo, bajo el troquel,
Algo bajo la piedra que gime y se forma.

Es el día y la noche que apalabran una tarde dorada,
Es el cacao y la canela que muerden el polvo de Soconusco
Es ese aroma que asciende al viento suave.

Después de la canela ya nada pesa ni se mueve
Ya nada, ni la espuma revienta, ni el dolor se sufre.

Afuera
Hay vestigios en la marea de una lucha incierta,
Hay ruinas y casas de teja, hay láminas y vigas atravesadas.

 

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